A
demás de controlar el funcionamiento del resto de nuestros
órganos, el cerebro también determina la capacidad de me-
moria, aprendizaje, razonamiento, movimiento y lenguaje; funciones
que nos ayudan a relacionarnos con nuestro entorno. La coordinación
de cada una de estas actividades demanda un suministro elevado de
energía, en especial aquella obtenida de los carbohidratos, incluso
el 20% de la que obtenemos a lo largo del día es destinada única-
mente para la nutrición y crecimiento de las más de 100 mil células
cerebrales que lo conforman y las billones de conexiones entre éstas,
necesarias para su correcto funcionamiento.
Una alimentación inadecuada en cantidad y calidad nutricional se
refleja con efectos negativos a corto y largo plazo. Por ejemplo, para
algunas personas el consumo de queso, chocolate y vino son desen-
cadenantes del dolor de cabeza debido al contenido de sustancias
llamadas aminas; mientras que la baja ingesta de alimentos ricos
en vitamina A y ácido fólico como frutas y verduras, favorecen el
desarrollo de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson y la demencia,
enfermedades que al afectar las capacidades intelectuales y cogni-
tivas del cuerpo también afectan la vida laboral o social de quien la
padece.
N U T R I C I Ó N
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