REVISTA
GI
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SANA
TU
VIDA
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D
esde el momento en que nacemos y en cada
una de las etapas de nuestra vida, estamos
expuestos a fallecer, sin embargo, no estamos pen-
sando todo el tiempo en ello, pues tal situación nos
paralizaría; siendo así que, cuando llegan estas no-
ticias jamás esperadas, rompen la certeza de la que
gozábamos hasta ese momento y nos lleva a pensa-
mientos de negación como: ¡Esto no puede ser! ¡Así
no tenían que pasar las cosas! ¡Esto es una pesadilla!
Entre muchos otros.
En este tipo de acontecimientos se instala una sen-
sación de que esa persona, que ha partido antes de
tiempo según nuestra percepción, le falta por hacer
muchas cosas, cumplir sus sueños y objetivos o re-
solver algo importante, decir o expresar algo, pasar
tiempo con sus seres queridos, etc.
Las expectativas respecto a esa persona terminan
y eso parece profundamente injusto y doloroso. Con
aquel que ha partido regularmente hay culpa o eno-
jo, por supuesto mezclado con una profunda tristeza.
Para este número he decidido escribir sobre el duelo que se elabora tras una muerte
inesperada, es decir, cuando alguien joven o en la plenitud de su vida
parte. El evento siempre llegará como un torbellino que arrasa con toda la tranquilidad
que se tenía, pues siempre se piensa que no es la condición natural de la vida.
por una
muerte
inesperada