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Revista Ellas Mayo 2018

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Erika Cid Galindo se confiesa apa- sionada de los niños, y fue preci- samente ese cariño el que la llevó a fundar Casa Hogar Sueños y Esperanzas A.C., en noviembre del 2006, convirtiéndose también en la directora de la asociación desde ese entonces. "Ayudamos a niños en total abandono, niños que son deriva- dos de alguna fiscalía, de algún DIF, que están por algún tipo de delito, ya sea maltrato, abandono o abuso", explica. Anteriormente solía ser vo- luntaria en otra casa hogar, ac- ción que la llevó a ser testigo de las malas condiciones en las que se encontraban los niños y que le permitió darse cuenta que lo que más necesitan es recibir un trato de familia, de amor, ese que dan las mamás a sus hijos. "Entonces es cuando yo em- piezo a decir que todos los niños tienen el mismo derecho que tie- nen mis hijos y que todos podrían vivir igual, a pesar de lo que hayan vivido, vengan de donde vengan o por cualquier circunstancia", com- parte. Fue así que descubrió su mi- sión y pasión: tratar de cambiarle la vida a los niños, y el primer paso fue crear su propia casa hogar con el apoyo de su familia y algunas amigas. "Todos los niños necesitan un sueño y merecen una esperanza de vida", de ahí nace el nombre de la asociación. Erika, ¿desde cuándo comenzaste a involucrarte en actividades altruistas? Desde que yo era chica en mi casa, mi papá era médico y mi mamá lo acompañaba a todo, entonces siempre era el ayudar; ellos em- pezaron a apoyar muchísimo a una ranchería por Zapotlanejo, entonces todos los sábados nos llevaban. Mi papá daba consultas, mi mamá ayudaba a las señoras y yo jugaba con los niños, entonces yo, de empezar con 20 niños, al rato ya eran más de 100 y ya sabían que llegaba Erika y jugaba, porque siempre me ha Foto Sofía Peregrina Amparo infantil encantado todo lo de los niños. Cuando yo me caso y nacen mis hijos, no podía estar yendo a lugares, pero siempre trataba de una vez al año juntarme con ami- gas para hacer una posada o algo en distintas casas hogares. Cuando ya mis hijos van a la escuela, es cuando yo empiezo a ir de voluntaria a esa casa hogar donde yo trataba de estar muy en contacto con los niños, porque yo veía que lo que más necesitaban era quien los abrazara, quien los quisiera, quien los bañara; los pei- naba, los despiojaba, trataba de estar con ellos para que sintieran que había alguien que los quería. ¿Por qué consideras importante formar parte de este tipo de causas? Porque, definitivamente, yo creo que todos los que somos afortu- nados de tener una familia que te ame, unos hijos a los cuales pue- des darles lo que ellos necesitan, que no pasen ninguna carencia ni nada, yo creo que no es porque tengo que hacer algo, es "tienes que devolverle algo a la vida", eso siempre he dicho. Además creo, y ahora estoy segura, que amando desde el fon- do de tu alma a esos niños, aun- que no sean nada tuyo, les cam- bias la vida, y yo siempre he dicho que el salvar una vida, ya valió la pena la tuya, entonces para mí, en estos 12 años, ver cómo estos chiquitos de llegar de una manera van transformándose y realmente son niños felices, seguros y, sobre todo, que les garantizas una vida porque también luchamos por- que tengan una familia, pues vale la pena. ¿Por qué ayudar a niños que sufren maltrato y abandono? Cuando yo empiezo a ir a esa casa hogar y desde que yo iba a la ran- chería y veía a los niños en tan ma- las condiciones, digo: "no, no pue- de ser que a un niño le pase esto". Entonces cuando yo llego a la casa hogar y empiezo a conocer por qué están esos niños ahí, y en concreto uno que fue el que real- mente me vino a mover mi vida y que me doy cuenta de todo lo que le hicieron y en las condiciones que lo dejaron, era un niño que iba a morir prácticamente, yo decía: "esto no puede ser, no puede exis- tir alguien que dañó a esos niños", y el ver cómo el niño, con esa de- dicación, con ese amor, con ese cuidado, salió adelante, dije: "claro, es que todos los niños merecen tener esa parte". Entonces fue por eso que cuando fundamos Sueños y Espe- ranzas yo les dije: "vamos a recibir a niños derivados por algún delito y que verdaderamente nos nece- siten en todo, no nada más físico y emocional, también defenderlos para garantizarles una familia". Los niños realmente se atien- den como hijos y además que es una edad que necesitan muchí- simo cuidado, entonces, cuando llegan con nosotros, primero emo- cionalmente se convierten en uno de mis hijos y legalmente también somos responsables de ellos en todo. ¿Cuáles son tus actividades principales? De todo, estoy ahí de lleno, es co- mo tu casa, estoy pendientísima de que traten a los niños como yo quiero, las nanas ven que son co- mo mis hijos, pero para que eso funcione así tienes que estar ahí. Me toca toda la parte de los niños, checar todo, aunque tengo mi abogada que es la que ve todo lo legal, tengo que estar ahí tam- bién dándole seguimiento, viendo el personal, los donativos, de todo. Realmente esto no es sola, si alguien cree que alguien pue- de hacer esto sola, realmente es imposible, entonces Rebeca Ro- dríguez es mi incondicional y te puedo decir que este logro es de las dos, y María Elena Miranda es abogada, entonces ella nos apoya muchísimo en los temas legales. Lo que me ha funcionado a mí es que siempre he respetado a mi familia, lo he podido hacer porque primero están mi marido y mis hijos, que son mi motor, yo no puedo estar dándole a unos niños lo que le quito a los míos. ¿Qué es lo que más disfrutas de esta labor? El ser mamá, a mí me llena de vida el ver cómo salen los niños, desde los chiquitos, y me gritan "¡ya llegó Erika!", y llegan y todos se pelean por abrazarme, esa es mi mayor recompensa y mi pago, porque yo no cobro nada, no trabajo ahí para cobrar. Me encantaría que todos sin- tieran cómo se esponja el corazón, eso lo disfruto y lo amo, y ver el cambio en la vida de ellos. 74 filantropía Erika Cid Galindo

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