Farmacias GI Mujer
Issue link: http://gruporeforma.uberflip.com/i/842760
H A Z CO N C I E N C I A 21 Es difícil detectar el abuso que ejerce un adulto a un menor de edad, ya que por lo re- gular se presenta en círculos cercanos. Para el menor es difícil entender y comunicar la situación porque puede estar amenazado con agresiones mayores o daños a sus seres queridos, o por el temor a que no le crean o ser tomado por mentiroso trayendo como consecuencia algún tipo de castigo. El menor también puede sentirse culpable de la situación y eso le impide denunciar la conducta del agresor. Otras razones para no hablar pueden ser el Síndrome de Esto- colmo (identificación y dependencia física hacia el agresor) o el Síndrome del Empera- dor (al niño se le proporciona todo lo que desea y pide sin ningún tipo de restricción). Si se sospecha o se tiene la certeza de que el niño es víctima del maltrato físico o emo- cional, se debe platicar con él, ganarse su confianza y sobretodo protegerlo de las con- ductas agresivas. Una ayuda específica con un profesional de la salud mental será de gran ayuda para su reintegración y fortaleza de su autoestima. Tardar más en aprender a hablar o caminar. Los niños que sufren ABUSOS EMOCIONALES pueden: Ser muy pasivos sin capacidad de espontaneidad. Tener problemas de alimentación y crecer lentamente. Tener dificultad para desarrollar relaciones cercanas. Ser demasiado amistosos con extraños. Llevarse mal con niños de su edad. Ser incapaces de jugar de forma imaginativa. Tener un mal concepto de sí mismos. Distraerse fácilmente y tener mal rendimiento en la escuela. Los niños que han sufrido ABUSOS SEXUALES pueden: Cambiar su comportamiento. Tener malos pensamientos sobre sí mismo y depresión. Descuidar su salud. Jugar usando palabras o ideas de tipo sexual que se presentan en niños mayores. Volverse promiscuos o prostituirse. Aislarse o actuar de forma secreta. Tener baja concentración, afectando su rendimiento en la escuela. Orinarse en la cama, principalmente las niñas. Iniciar con bebidas embriagantes y posteriormente, adicciones. Auto agredirse (cortes en diferentes partes del cuerpo con navajas). Desarrollar trastornos de la alimentación. Ser temerosos del contacto físico. Presentar insomnio.