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NUTRICIÓN 10 ¿Estás estresado, apurado o distraído y sin darte cuenta te has acabado un paquete de chocola- tes, o te has terminado el lunch que guardabas para más tarde? Tal vez tengas hambre emocional. El hambre emocional es cuando comes pero no tienes hambre física, sino hambre de una emoción o una experiencia. Es decir, es lo que ocurre cuando intentas saciar tus necesidades emocionales con comida. Por ejemplo, estás angustiado porque no tienes suficiente dinero, y comes un plato de papas fritas para distraerte y no preocuparte más. Posiblemente hayas te- nido una discusión con tu pareja, y te consuelas con una barra de chocolate. En sucesos, lo que estás haciendo es tratando saciar tu apetito por una emoción (seguridad económica, amor) uti- lizando la comida como sustituto. A nivel de apetito emocional el estrés te desconecta de tu cuerpo y de tus procesos físicos y emocionales normales. Esta desco- nexión es la que te impulsa a buscar la comida como forma de calmar tus emociones, aunque físicamente no tengas hambre. Además, si co- mes cuando estás estresado, tendrás proble- mas de digestión, no asimilarás los nutrientes de la comida, y tus niveles hormonales perma- necerán desbalanceados a largo plazo. ¿Hambre emocional? Algunos consejos que te pueden ayudar Trata de no tomar bebidas excitantes ricas en cafeína, refrescos, café y alcohol. Toma agua antes de las comidas o cuando sientas hambre. A veces se confunde la sen- sación de sed con la de hambre, por lo que es importante que el cuerpo esté bien hidratado. Bebe infusiones relajantes después de las comidas. Mantén estable el nivel de azúcar en san- gre, esto es fundamental para que el cerebro funcione bien. La clave es comer varias veces al día en pequeñas cantidades. Haz las tres comidas principales de desa- yuno, comida y cena. Procura que estén equi- libradas y toma dos pequeños tentempiés a media mañana y por la tarde. Que no falten en tus comidas los ácidos grasos omega 3, contenidos en alimentos como nueces y pescado azul (salmón, atún, sardina, cazón). Incorpora alimentos ricos en magnesio, un mi- neral que te va ayudar a relajar los músculos. Son buenas fuentes de este mineral las legumbres (gar- banzos, frijoles o lentejas), en frutos secos (nueces, almendras, avellanas), verduras y hortalizas. Planifica tus comidas. Practica algún ejercicio físico a diario. Incorpora ejercicios de relajación, yoga y meditación. Consulta a tú medico.