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Los síntomas del estrés y de la ansiedad que se presentan en los adultos como la an- gustia, inquietud, dificultad para dormir, dolor de cabeza, tensión muscular, entre otros, genera en los niños: La manifestación de la falta de atención y con- centración en el colegio Conductas agresivas y desafiantes Aislamiento Olvidos Rebeldía Cansancio Trastornos digestivos Apego excesivo a los adultos Dolores musculares Malestares físicos injustificados HAZ CONCIENCIA 21 Tranquilidad en casa: Muchos adultos cometen el error de llevar sus problemas a casa. De esta manera, la familia, especialmente los niños, son los que terminan asumiendo los problemas, absorbiendo y proyectando toda esa influencia negativa de la vida agitada. Moderar el lenguaje: Muchas veces, los padres no se fijan que con sus acciones provocan estrés innecesario en los niños. Los gritos, dis- cusiones y comentarios fuera de tono pueden provocar mucha angustia en los menores. Lo primero que se tiene que hacer es tranquilizarse y crear un ambiente positivo en el hogar para generar armonía entre todos los miembros de la familia. Alerta a los síntomas: Un niño con problemas de sueño, cambios repentinos en su alimentación, dolores de cabeza, ansiedad, y otros sín- tomas, puede estar pasando por una fuerte carga de estrés. Hay que con- versar con ellos y preguntarles qué les preocupa. Es importante men- cionar que actualmente una de las causas que provoca el estrés en los niños, es el famoso "Bullying", por lo que se debe estar muy alerta. Uno de los factores que más se ve afec- tado por el estrés en casa es el desarro- llo y el aprendizaje de los niños. Estudios recientes confirman que el estrés en los menores puede producir: rendimiento escolar bajo, falta de atención, hiperac- tividad, trastornos cognitivos y falta de confianza en sí mismo, entre otros. Los padres que viven en constante estrés también se hacen más sensibles al destacar las fallas de los niños sobre sus habilidades y pro- gresos. Por ejemplo, un padre exas- perado puede pedir a su hijo que haga la tarea con un tono fuerte, alzando la voz o amenazándolo si no la termina a tiempo; esto, a su vez, predispone a que el niño reaccione con pereza, negándo- se a hacerla o demorando el inicio de su elaboración (y por lo tanto se le cas- tiga injustamente). El aprendizaje, también influido por el estrés Recomendaciones

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