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P ensemos por ejemplo en un día cualquiera que se nos antoja ir a comer algo rico o salir a pasear a algún lugar. Necesitamos para ello saber qué tipo de lugar o comida es nuestra favorita o si queremos hacerlo solos o acom- pañados y tal vez, sin darnos cuenta, algo tendrá que ver con nuestras experien- cias anteriores tales como recuerdos sobre algunos sabores familiares o esos lugares en los que la pasamos tan bien con alguien especial. De manera parecida se vive la sexualidad, pues es importante poder reconocer lo que nos hace sentir bien y lo que no, así como con quién queremos compartir los momentos placenteros, íntimos y especiales. En muchas ocasiones, esto no es tan fácil para los adultos y tampoco lo es para los niños, niñas y adolescentes. Por esta razón es necesario e incluso indispensable que nuestros hijos cuenten desde pequeños con un espacio dentro de la escuela asignado especialmente para abordar temas de salud sexual y reproductiva. Hablar de sexualidad puede resultar temeroso, vergonzoso o preocupante, y es entendible, pues es así como hemos sido educados, pero inevitablemente la sexualidad forma parte de nuestro ser y de nuestra vida cotidiana. La sexualidad tiene que ver con el amor, el placer, la toma de decisiones, el reconoci- miento y aceptación de nuestro cuerpo, la capacidad para ex- presar lo que nos gusta y lo que no nos gusta, y las habilidades para relacionarnos con los demás, entre muchas otras cosas. ¡Educación sexual ¿Para qué? para nuestros hijos!… 8 R E V I S T A G I | S A L U D

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